Hace ya muchos años que descubrí que lo contrario al amor no es la ira o el odio… Para mí, sin duda alguna, lo contrario al amor es el miedo.
Y cuando tomo decisiones cada día, procuro hacerme la misma pregunta: ¿Desde dónde estoy haciendo esto? ¿Es desde el amor o desde el miedo?
Si mi honesta respuesta conmigo misma es “desde el miedo”, repaso mis opciones y sigo adelante con lo que puedo hacer en ese momento, si puedo tomar un camino mejor (más orientado al amor) lo hago. Si, en ese instante, hay circunstancias o emociones que escapan a mi control, lo acepto lo mejor que puedo y sigo adelante con lo que sí tengo, con lo que sí puedo hacer.
Si la respuesta que me doy es “desde el amor” solía seguir adelante siempre, mi razonamiento infantil era “¿Si actúo desde el amor nada puede ir mal, no?” Con los años, he descubierto que, como adultos en un mundo de adultos, tampoco podemos actuar siempre desde las mejores intenciones. Lo que para alguien es una buena intención, puede convertirse en una autentica ofensa a los ojos equivocados, y es una pena andar derrochando energía y buenas intenciones por el mundo.
(Nota importante: No lo hagas, tu energía es muy valiosa y te ayuda a crear la vida que quieres, no la desperdicies.)
¿Y por qué es así me pregunté durante mucho tiempo? Hace relativamente poco lo entendí: Hay personas con tanto dolor dentro que no creen esas buenas intenciones, no creen que estés actuando desde el corazón (aunque te equivoques, que eso no nos lo quita nadie). Algunas personas no creen en la magia de la vida.
Es increíble la cantidad de adultos que no creen en que creamos, de crear, nuestra propia existencia cada día, yo llevo más de 20 años comprobándolo y es tan evidente.
Si actúas desde el amor, consigues más amor en tu vida, de un modo u otro, siempre llega. Pero ¡ojo! porque no es actuar desde un amor suplicante o un amor que no respeta los propios límites o los ajenos, eso no es amor, eso son otras cosas…
El amor más absoluto empieza por una misma, por respetarte como la persona única que eres, por quererte en plenitud con tus fallos, tus virtudes, con tus risas y tus llantos. Ese amor que perdona no sólo a los demás, si no sobre todo a ti misma cuando cometes errores. El amor que debería cuidar a esa personita que te entregaron el día que naciste.
Y es que, amar es vivir.
Por otro lado, cuando las personas actuamos continuamente desde el miedo, ocurren desastres, llega la ira (y no como protección, que es maravillosa para sobrevivir, si no como boicoteadora de nuestra propia existencia). Cuando actuamos desde el miedo, no respetamos nuestros límites, ni los ajenos, no respetamos la vida ni lo que podemos aprender de ella.
Y es que, temer es sobrevivir.
Y no con muy buenos resultados, generalmente. El miedo es un mecanismo maravilloso de supervivencia, pero vivir continuamente desde el miedo es un modo, maravilloso también, de arruinarnos la vida sin saber que lo estamos haciendo.
Piensa, y tú ¿Desde dónde eliges vivir?
Elsa lo tuvo claro al final de Frozen: El amor descongela.
Y es que el amor permite una vida mucho más dulce, más amable, menos fría.
Ariana
Invierno de 2025


Replica a Aritíval Cancelar la respuesta