Cuando me arrodillo ante ti.

Siempre lo hice, para hablarte me ponía a tu altura, me arrodillaba para que la comunicación, tanto física como verbal, fuera completa. Y te miraba a los ojos. 

De igual a igual. 

Debido a mi lesión del pie dejé de hacerlo. Ya no me arrodillaba ante ti, solo me inclinaba para hablarte. 

Y no es igual.

Ahora, no curada del todo, pero sí lo suficiente para recuperar mi vida he vuelto a hacerlo, y has crecido tanto que ya no estoy a tu altura, estás por encima de mí. Y decidí, conscientemente, darte ese privilegio de estar por encima de mí, porque te lo mereces. Te mereces que te trate con la suficiente humildad como para estar un ratito, cada día, mirándote desde abajo.

Para comprender cómo se ve el mundo a tu altura. Para vivir en piel propia que cuando estamos entre multitudes, no sólo no ves tu entorno, si no que “todo son culos y cigarros amenazantes”. 

Sé que, pronto, ya no será necesario que me arrodille ante ti, de modo que continuaré haciéndolo todo el tiempo que pueda. Porque aprendo tanto con este simple gesto que el privilegio es realmente mío, mi querida hija.

2 respuestas a “Cuando me arrodillo ante ti.”

  1. Avatar de La Teta y Más
    La Teta y Más

    Pero qué maravilla, Ari!

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    1. No te haces a la idea de lo mucho que significa para mí que estés ahí, Raquel. Gracias, siempre, por ayudarme a creer en mí 💜

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