Joder, Gloria,
¿pero qué me estás contando que apenas a comprender atino?
que se puede hacer todo:
rimar, cantar, reír, llorar,
abrirse en canal
que esté todo mal
¿y me importe un comino?
Joder, Gloria,
¿pero dónde habías estado todo este tiempo perdido?
que le echaste valor,
y dolor, y amor, y pasión
al tiempo vivido.
Que no importan las comas,
las rimas, los versos,
los puntos, los silencios,
porque lo importante es el camino.
Joder, Gloria.
¿Dónde coño habías estado?
Ya, ya. Lavapiés, siglo XX mediado.
Donde las putas, la tertulias, los poetas,
los sueños, las drogas, la música.
Donde el silencio aplasta las almas oscuras.
Donde siempre pasa el tren, y aunque lo pierdas
llega otro,
otra vez.
Y yo estoy aquí,
años 20,
40 años,
las ideas se atropellan donde nadie sabe que existen,
apenas algunas conocidas, si es que alguien nos conoce,
si es que nos dejamos conocer,
qué desatino.
Porque yo también era pobre
pobre en amor,
pobre en honor,
pobre en recuerdos
y en risas,
pobre en sueños ¡jamás!
pobre yo que traté de dejar de soñarlos porque no eran la realidad.
Pobre yo cuando quise morirme y me cautivó la vida.
La realidad se crea,
los poemas no tienen por qué rimar,
la musicalidad está en la vida.
Y las normas se hunden en la tierra.
Valientes cobardes
armados de silencios ruidosos.
Valiente yo,
que o cuelgo ya esta mierda
o la meto en otro puto cajón mohoso.


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