26 de noviembre de 2023
Hay personas mágicas que crean mundos preciosos a su alrededor. Con su habilidad (innata o adquirida con su propio esfuerzo), son creadoras de lugares y momentos únicos; únicos, porque sin ellas, sin su existencia, simplemente no existirían.
Es fascinante observarlo, y es más fascinante aún cuando te invitan a formar parte de ese mundo extraordinario. Es toda una responsabilidad estar ahí porque, aunque suelen ser personas fuertes y forjadas por la vida, también son muy sensibles, sensitivas.
Perciben lo que no se ve como un sonido tenue en la madrugada, notas algo en el silencio pero no sabes que es.
Está ahí.
Tenue. Rosado como el alba. Y tú lo sientes, no alcanzas a oírlo, no alcanzas a verlo.
Está ahí.
Estos seres mágicos se entregan, a los demás y a las causas en las que creen, con toda su fuerza y entregando su corazón, y con él entregan también su vulnerabilidad.
Muchas veces, salen heridas. Es curioso ver como van entregando menos cada vez… Es mera supervivencia, el mundo no está preparado para tanta belleza. Entonces se meten en su coraza, aisladas, calentitas… y de pronto, bastante recuperadas de la caída, necesitan volver a salir al exterior.
Salen.
Duele pero saben que si no lo hicieran sería como enterrar un trocito de su alma en el bosque, sin aire, sin luz… y lo que más les duele: sin aportar a los demás lo que podrían.
La necesidad de irse dejando un mundo un poquito mejor es el más grande de todos sus anhelos. Porque sí: necesitan dar. Pero no es ego, es una fuerte voluntad de crear belleza por donde pasan, de que su paso no sea en vano, de dar.
Hay muchas de estas personas a nuestro alrededor. Echa un vistazo:
Creadoras de belleza.
Creadoras de momentos.
Creadoras de aprendizaje.
Creadoras de amor.
¿Cuántas ves a tu alrededor?
Hoy me inspiró esta idea una que, también hoy, llega a los 40, feliz por sus merecidos logros. Por la vida que ella ha creado, por lo que crea cada día.
Y al escribirlo, pensaba en otra: mi maestra de azabache, que cumple años y no deja de ser luz en la oscuridad para tantos que la rodeamos. Cada año brilla más.
Y al seguir, pensaba en otra: la tutora de mi hija, que sabe ver, entender y crear cooperación y bondad.
Y hay más… muchas más.
De hecho, si lo pienso, todas tienen ese punto en común: son maestras, maestras en el camino para quien tienen la suerte de cruzarse con ellas. Y la humildad de escuchar y aprender.
Son luz porque son vida, ellas son: maestras de vida.
Con todo mi cariño.
Ari.


Replica a La Teta y Más Cancelar la respuesta