—Agradece lo que sí tienes.
—A veces siento que no tengo nada.
—Fallo de perspectiva. Agradece lo que sí tienes, que es mucho. Agradece la «posibilidad de poder… lo que sea: hacer, ser, crecer, reír, vivir». Otros no pueden. Otros no llegan.
—Ya lo sé, pero una cosa es decirlo y otra hacerlo. Quiero más y veo que no llego.
—Céntrate en lo que sí tienes, y aspira a un poco más sólo si te apetece, y si no, no lo hagas.
—Es que siento que no es suficiente, que no soy suficiente si no aspiro a más.
—No es obligatorio tener ni querer más, en cambio, valorar lo que tienes sí lo es. Es imprescindible para estar presente en tu propia vida. Continuamente veo personas maravillosas corriendo como pollos sin cabeza, porque <<oye, hay que salir de nuestra zona de confort>>.¿Seguro?
—Eso dicen…
—¿Cómo sabes que los que te mandan salir de ahí no están metidos de lleno en la suya? Predicando que no lo están, mostrando falsamente al mundo que no lo están. ¿Cómo sabes el precio que han tenido que pagar los que presumen de haber salido de ella?
—No lo sé. Eso nunca se muestra. No interesa.
—Exacto, no lo sabemos, ni lo sabremos. Agradezcamos lo que sí tenemos hoy.
—¿Y eso no es conformismo?
—Algunos lo llamarán conformismo. Pero ellos no me importan, me importas tú, que te veo sufrir desde que te conozco buscando unicornios imposibles. Imposibles, improbables o que te están suponiendo un esfuerzo que, para ti, es inhumano. No me importa lo que piensen ellos, me importas tú. ¿Cómo lo llamas tú?
—Paz, tía, a parar ahora mismo lo llamo PAZ.
—Oxígeno en los pulmones, ¿verdad? Derecho a respirar.
—Sí.
—¿Sabes? No necesitas llegar a todo. Necesitas parar, valorar y respirar. ¿Y sabes algo más? Ni yo ni nadie te necesitamos perfecta. Te necesitamos viva. Y tú… Tú te necesitas feliz y, lo siento, pero ahora no lo eres. Valora el momento, ¡cáspita!
—Siempre me haces sonreír.
—Y llorar.
—Lo que sí valoro es este momento contigo.
—Y yo te valoro a ti.
Relato de «Mujeres tras las cortinas».


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