Protegiendo al arbolito

Hoy miraba a mis niñas y niños jugar antes de nuestra clase y pensaba… ¿Cómo no cogerles cariño? Esas personitas son pura inocencia, son alegría, ilusión, pureza y creatividad innata. 

Sus risas y juegos locos llenaban el vacío patio de media tarde. 

Pensé en sus familias, y pensé en mí como madre, cuánto me había costado dejarla en guardería, colegio, extraescolares, talleres puntuales… Es todo en ejercicio de soltar.

Hoy, desde el otro lado, desde quien los recoge; cada jornada, conecto con lo que me está siendo entregado. Y soy plenamente consciente de que sus familias me están confiando su mayor tesoro, su alegría de vivir.

Mi modo de agradecerlo es cuidando ese tesoro, corrigiendo con cariño, sacando calma de donde no siempre hay, y cuidando, siempre cuidando.

Porque con esas personitas todo es diferente. Al igual que mi propia hija, me hacen sonreír cuando no veo entre tanta niebla del día a día. Y me hacen sacar lo mejor de mí cuando no siempre lo tengo ni para mí misma. 

Todo por ellas y ellos.

Porque su luz es magia y su magia es luz. 

Y es tan importante protegerles y tratarles con cariño y respeto, como lo es cubrir un arbolito en sus primeros inviernos a la intemperie. 

De esos primeros inviernos, dependerá su futura fortaleza.

De esos primeros inviernos, dependerá cómo se perciban a sí mismas durante muchas estaciones más… durante toda su vida.

Protejamos siempre al arbolito recién plantado para que su corteza se adapte a la adversidad, para que se agarre fuerte a la tierra y, con los años, afronte su vida con confianza y seguridad.

Protejamos, hoy, al arbolito para que no necesite que le protejamos nunca más. 

Con cariño,
a la infancia, en general,
y a mi hija y mis niñ@s, en especial.
Ari 💜

Deja un comentario