Querida Güelita,
ayer hubieras cumplido 88.
Al principio de tu partida
me aliviaba pensar que ya no sufrías.
Fin del viaje, así es la vida.
Ahora, recuerdo tu voz,
recuerdo tu olor,
nuestros abrazos
y nuestras risas…
Ahora, recuerdo nuestra vida
y te lloro por las esquinas.
Al principio, vivía en la realidad.
Ahora, vivo en la fantasía.
Aunque siempre me alivia recordar
que te fuiste con una sonrisa.
Esa última sonrisa
que casi no me atrevo a ver.
Tu último regalo para nosotras,
tu último regalo para mí,
tu último homenaje a esta vida.
Sigo caminando, Güelita,
pero la mochila pesa más sin tu cariño
la carga es más grande sin tu alegría.
Te escribo para huir del dolor,
para caminar más fuerte y erguida,
para dejar de llorarte otro ratito
y comprender mejor esta extraña vida.
Te escribo porque sé
que crear sin ocultar
cura las heridas.
✨


Deja un comentario