Lo sentí.
Durante días sentí cómo me vaciaba por dentro. Cómo dejabas de existir dentro de mí.
No quise decir nada. Yo sabía que esa era la última vez. No lo volvería a intentar. No podía «volverte a intentar». Eras tú o nadie. Y yo sabía que ya no eras «nadie».
Nadie para el mundo. El mundo para mí.
Sentí como me vaciaba por dentro, cómo mis ilusiones se diluían dentro de mí. Ya no éramos uno. Era sólo yo.
Tú ya tenías nombre pero nadie lo sabía. Nadie sabía que tú existías dentro de mí. Sólo yo.
Vi mis pechos crecer durante semanas. Y mis caderas. No aún mi vientre, pero sí mi corazón.
Tú ya tenías nombre pero no puedo nombrarte, ni hablar de ti. He oído tantas veces, tantas torpes palabras, en tantos atrevidos labios. «Bueno, mujer, puedes volver a intentarlo». Dicen sin saber lo que están diciendo.
Y no saben que no es cuestión de volver a «intentar», si no de parar de hacerlo. Que tú no eras la primera, que eras la última, mi última vez. Aunque todas son únicas.
Hay una costumbre de esperar tres meses. ¿Por qué? ¿Para qué? A veces me pregunto si, en realidad, es para proteger a la mujer o, más probablemente, al resto del mundo de la incomodidad de la pérdida.
La pérdida es la misma. O más, si tu duelo no es validado, si no es acompañado más que por el silencio.
Dicen que lo que no se nombra no existe, pero tú ya tenías nombre.
Tú existías, en y para mí.
Y ahora, ahora tendré que vivir sin ti. Seré una madre sin hijos durante el resto de mi vida. Porque yo ya soy madre, aunque tú y tus hermanos “nunca hayáis llegado a existir».
Pero ¿sabes, cariño? Tú siempre vivirás dentro de mí. Y sé que superaré este momento, que volveré a caminar, que volveré a sonreír. Porque ese es mi mayor homenaje, mi legado para ti.
*
Con todo mi cariño a las madres de brazos vacíos y a sus corazones
llenos de amor por compartir. Quizás no puedas dar ese amor a tu soñado bebé, pero encuentra el modo de dárselo al mundo, es la única manera que conozco de compensar un poquito el dolor:
aportar para ser feliz, aportar para vivir.
Con todo mi respeto a todas esas estrellas que brillan en el cielo
cada noche, y cada día aunque no las veamos.
Ariana Tijerín


Deja un comentario